Dos características del local definen el proyecto:
La primera: un local muy alargado que tiene fachada a dos calles: potenciamos la diagonal que lo cruza de puerta a puerta, de manera que siempre se vea la luz natural al fondo, parece uno de esos restaurantes del Cabañal o de la Malvarrosa valenciana con dos fachadas, una abierta a la ciudad y la otra al mar.
En este caso, la fachada abierta a la ciudad es la de la calle Lope de Rueda y la de la playa, la que da al Retiro, ese pequeño mar verde de Madrid.
La segunda: una sucesión de grandes refuerzos metálicos con pilares UPN empresillados que se convierten en elemento decorativo formando pórticos con techo de espejo que prolonga hacia arriba el diseño de estanterías de chapa punzonada (tipo paellera) y retroiluminadas para atrezo, libros o vinos.
Con estos elementos, el local disfruta de una limpia luminosidad mediterránea y una acogedora ambientación en la que no faltan detalles y elementos relacionados con la casa familiar, incluido un fantástico mueble modernista y buena parte de la biblioteca personal del ilustre director.
